Las mejores pegas que se me podrían ocurrir


Creo que es algo que muchos hemos pensado, y que por diversas razones hoy lo he reflexionado más de lo habitual. Aquí les dejo una breve lista de las pegas de mis sueños, y tal vez añada una que otra que se me ocurra en el camino… Enjoy!

1. Cronista de viajes
Asumo que este es un deseo compartido por muchos. Ahora, no sé si con “cronista” me doy a entender, pero a fin de cuentas lo que me gustaría es que me pagaran por viajar, algo así como un viático de un par de meses donde TU PEGA, digo bien, tu pega sea sólo recorrer y ser un turista. Qué informes ni rendición de boletas, ¡nada! En el fondo es como ganarse el Loto pero que el Loto además incluyera gastos de gestión y operación.

2. Crítico de comidas
Esta es más o menos lo mismo que el anterior, sólo que a escala bastante reducida. Digamos que esta lista llevará un orden desde lo más a lo menos utópico (aun que de seguro a medida que vaya avanzando se me ocurrirán laburos bastante más improbables). Quién no envidió a Julia Roberts en La boda de mi mejor amigo cuando todo el personal del restaurant donde ella comía estaba expectante de cuál sería su impresión de sus bocados. Y, lo mejor de todo, all inclusive, sin poner un peso de tu bolsillo.

3. Juez de humoristas
Tal vez este laburo soñado no sea tan compartido por todos, pero sólo piensen un momento en que te paguen, sí, te paguen por ir a reírte y además el honor de ser el parámetro de las risas de los demás. En el peor de los casos, habría una que otra situación de vergüenza ajena y una que otra risa fingida, pero apuesto a que la mayoría del tiempo sería curtirse de tallas y chistes cortos de por vida.

4. Conejillo de Indias de masajeadores
Obviamente esta pega no existe en la realidad real (ni tampoco la anterior probablemente) y sólo pueda coincidir con que uno tenga la suerte de que algún amigo, familiar, pololo o esposo en el mejor de los casos esté incursionando en el mundo de la masajería y relajación, y que te tome como conejillo de indias para practicar. Eso sí, esto puede ser un arma de doble filo si nos topamos con que la persona definitivamente no tiene dedos pal piano, y lo que podría haberse transformado en un placentero momento de relajo se convierte en una tortura encubierta en música ligera y aromaterapia. Por ende, corrijo el título de la canción y le pongo “Conejillo de Indias de masajeadores… BUENOS”

5. Guardia de conciertos (o cualquier cargo que te permita estar en los conciertos, mirarlos, y no tener que pagar niuno)
Eso es un poco impensable en este país. Que una mujer sea guardia de algo, a no ser de que sea como un tanque, una verdadera camiona imparable, pero aún así creo nunca haber visto una mujer guardiana. En países más civilizados sin embargo esto no es algo inhabitual, una chica norteamericana que conocí –para nada un tanque—me comentó que había trabajado de guardia de estadio para conciertos, y que esto le había permitido ver a Jack Johnson desde un lugar preferencial y además le pagaron por eso. Increíble.

La verdad es que pensé que las pegas soñadas brotarían sin mayor esfuerzo de mi cerebro, pero en realidad es bastante más difícil de lo que pensaba. Esto me reconforta mucho y siento que le da sentido al blog, dado que es bien difícil escribir sobre gustos, aun que uno no lo crea… ¡Saludines camaradas!

Dolce far niente

Qué divertido que tenía otra entrada a medio hacer, pero me sentí no sólo tentada, sino en la obligación de manifestar públicamente mi actitud vacacionera que me ha tenido alejada del blog este año 2012.
Dolce far niente suena muchísimo mejor que decir me encanta holgazanear, y como este es un blog de gustos, me doy el gusto de escribir sobre el gusto de no hacer nada.
El verano ha sido bastante generoso conmigo debo decir. Tuve un pequeño trabajo durante enero lo que me mantuvo medianamente ocupada, pude disfrutar de diez maravillosos días en la playa, y ahora disfruto en familia de mi casita fuera de Santiago. He leído, he escrito (sí, en realidad le he sido algo infiel al blog escribiendo para otros fines, pero no menos nobles), he comido –ohh sí que he comido—y por primera vez no he sentido (tanto) remordimiento.
A veces me aburro, es cierto, como una niña de 8 años que anhela entrar a clases, pero no me desespero, porque después de todo el dolce far niente hace de las suyas tratando de ponerse a la par con los otros seres humanos.
En realidad esta entrada no tenía mucho sentido (así como el vergonzoso primer monólogo de Copano en el Club de la Comedia), más que disculparme por mi pereza, e invitarlos a decir Dolce far niente en voz alta… Suena bonito :-)