Regalos



En general, y cuando se puede, regalo cosas que me encantaría tener, y que perfectamente pueden servirme, repito, cuando se puede. PARÉNTESIS: Si bien en algún momento pensé en hacer un blog temático de comidas pero deseché la idea, advierto que de aquí en adelante será muy difícil apartarme del todo del tópico aquel. En esta ocasión uno de los regalos que disfruté haciendo, influenciada por las locas conductoras del programa Cocaví y con la apuesta de poder sacar un rédito de eso después, fue la Guía 100 de restaurantes de Santiago, hecha por La Cav. Muy a sabiendas de que mi buen padre probablemente no lo apreciaría como yo, me lancé a regalarle el libro y, por supuesto, hoy yo fui la más interesada en abrirlo y la única que lo leyó. No me malinterpreten, eso no me hace sentir mal en absoluto, al contrario, disfruté muchísimo teniendo esa joya para mí solita entre mis manos.

El libro empieza con los diez mejores restaurantes de Santiago, así a secas. No había ido a ninguno, por cierto, pero algunos nombres sí me sonaban familiares. De todos modos, por la ubicación de dichos locales, las fotos y la inaccesibilidad de los precios, es muy poco probable que me acerque a esos lugares al menos en un buen tiempo, o cuando ya no sienta que es necesario “disfrazarme” para entrar ahí. La segunda categoría consistía en las 10 mejores aperturas. Aquí me llevé la máxima impresión, porque la única cocina con la que estaba familiarizada era con la de un restaurant llamado Element, al cual por esas casualidades fui a dar dos veces, a pesar de que quedé bastante insatisfecha con el lugar. El espacio físico es súper acogedor, nada que decir, la atención también es muy buena, pero me parece un poco pretensioso tener platos tan caros para lo que realmente son. No recuerdo qué fue lo que comí la primera vez, pero sí recuerdo haber probado los otros dos platos de mis acompañantes y haber concordado en que estaban todos desabridos. Cuando leí la reseña me sorprendió además que mencionaron el plato que pedí la segunda vez que fui: hamburguesa de lentejas. El panorama era prometedor, yo siendo amante de las lentejas, pero lamentablemente me encontré con un pan muy seco, y una hamburguesa más seca aún, cero recomendable, incluso pienso que tal vez quien haya escrito la reseña no lo comió pero sí lo vio escrito en la carta y se imaginó el mismo cuadro que yo cuando fui aquella vez.

Una sorpresa súper grata fue cuando pasé al apartado de las mejores 10 picadas y me encontré con Donde Guido en el primer lugar. Este es un lugar ubicado en pleno centro (Merced con Mosqueto), cuya especialidad son los sándwiches, pero no sólo eso, son sándwiches peruanos (creo que no necesito más palabras). Sólo por azar con mi querido llegamos a ese lugar, y desde ese entonces que al menos yo vengo recomendándolo. Son unas marraquetas que pueden ir acompañadas de distintas carnes, y unas sabrosísimas salsas, entre esas destacable la de oliva (mejor aún hubiese sido meterle el pulpo en el pan). Entre las picadas también salió el Golfo di Napoli, donde sólo he probado las pizzas que son deliciosas (lo dice una no amante de las pizzas), y donde muero de ganas de probar el resto de las pastas.

Hasta ahí no más llegué con la lectura porque llegó la hora de decirle adiós al libro que tomaba el rumbo al sur de su dueño.

Yo me quedé feliz con mis regalitos, dejo aquí mi favorito. (Guácala, me salió verso)

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